miércoles, 5 de agosto de 2015

Medidas de control a los docentes

Por ser pública, la escuela debe ser una construcción colectiva. Para ello, se necesita que haya un proceso de construcción participativo entre el Estado, el magisterio, a través de la FECODE y sus organizaciones sindicales, el movimiento estudiantil y las universidades. Es decir, que todos los actores aporten desde sus perspectivas a la arquitectura de este modelo. 

Sin embargo, lo que está sucediendo no es una participación real sino instrumentalizada. El Ministerio de Educación para definir estrategias y cambios en el sistema educativo, asegura que hace seminarios, abre foros virtuales y se sienta con los sectores implicados. Pero a la hora de tomar decisión en políticas, estas ya están predeterminadas. Entonces, la participación se resume en una consulta para aparentar la democracia. Las direcciones no se negocian y se terminan imponiendo. 

Así ha sucedido con todas las medidas aplicadas por el actual gobierno. Aún peor, la ministra ha seguido la tendencia de anunciar y publicitar sus políticas en medios de comunicación, antes siquiera de consultar con los maestros o estudiantes. Por ello, el enorme rechazo que han despertado, básicamente porque están fuera de contexto. 

El gobierno descarga toda la responsabilidad en los docentes, las políticas educativas en Colombia se mueven en el marco de la concepción de un pensamiento único. Es decir, son correctas para el Estado, la institucionalidad los programas son correctos; el sistema educativo no tiene falla, la falla está en la escuela. Por eso, el  gobierno no negocia sus políticas, para que lo haga tiene que haber un movimiento que a través de la huelga lo obligue a negociar, como sucedió en el paro pasado de la Federación.

Las últimas tres ministras de educación, Cecilia María Vélez, María Fernanda Campo y Gina Parody,  han sido cada una más recalcitrante que la otra en ello. Las políticas no se negocian porque el Estado es incuestionable. Para ellos, solo la escuela está fallando y, específicamente, por el maestro.

Tales políticas conducen a uniformar el pensamiento, la cultura y la educación escolar, pero por lo bajo; sometidas a unos estándares correspondientes a exigencias por parte del empresariado internacional para el desarrollo y crecimiento del mercado. 

Se traducen en medidas de control al maestro en todos los aspectos de la vida escolar, control laboral, académico, de las pedagogías, de los contenidos... Para ello, el Ministerio elabora estándares, indicadores y la evaluación, es decir, crea una serie de dispositivos de poder que controlan el sentido de ser maestro, desde sus relaciones laborales hasta su carácter de trabajo liberal en la cultura. 

Adicionalmente, lo o la cargan de funciones y de tareas, desde preparar sus clases, en su hogar, hasta participar en las preparaciones de actos conmemorativos (que en las algunas instituciones implica ir a trabajar hasta los festivos).

Con el estatuto docente 1278 y las evaluaciones se evidencia la concepción punitiva y sancionatoria, se trata de corregir al maestro. Esta es una mirada tendenciosa y falsa. El problema es mucho más complejo. Los educadores y educadoras están inmersos en lo que está sucediendo pero no tienen la mayor responsabilidad de lo que está pasando en la escuela. De hecho, los avances que se han conseguido no son por las políticas educativas que retienen el desarrollo del crecimiento escolar, sino por la misma iniciativa, la insistencia, la tozudez del maestro con su profesión y con los estudiantes.

La posición de Fecode es más compleja, más integral. Parte del reconocimiento de la profesión docente, para proponer una política pública de construcción colectiva y de defensa de la educación pública. Porque sencillamente, cualquier política sino es consensuada con los maestros, que son los que la aplican, va a fallar. La posición del docente debe ser más la de un acto contributivo, no la de un replicador al que hay que castigar cuando no se ciñe al sistema.

3 comentarios:

  1. Es terrible que FECODE no haga autocritica ni siquiera en esta publicación. Las condiciones eran propicias para lograr cambios sustanciales en el último paro del magisterio y la directiva se negó a tomar en serio la situación. Las directivas, consiguieron prebendas solamente para un sector del cuerpo docente, dejando de lado las problemáticas de todo el resto del sistema educativo y torpedeando quizá para siempre la esperanza de transformaciones a través de la lucha sindical. Sin embargo, aquí se atreven a utilizar la palabra INTEGRAL para describirse, qué descaro.

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  2. Este comentario hubiese sido alentador hace 5 años. Hoy suena a la misma demagogia que pregonan los políticos de turno; no obstante, el maestro de a pie, es dcir, el que está en el aula de clase, en los colegios, en el patio estas quimeras no son mas que palabrerías, pues en la realidad de su cotidianidad cada vez habrá mas sobrecarga laboral, mas estrés, y mas deshumanización.
    La posición de los directivos de FECODE, bastante acomodada, lejos de representar los intereses de los maestros de la base, siguen alentando la miseria de la educación pública con sus negociaciones pírricas a espalda de sus representados.

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    1. No nos digamos mentiras, pero en las escuelas y colegios, el 90% de los maestros viven arrodillados a las directivas y muchos de ellos las compran con regalitos y chismes. El día que los pongan a trapear la escuela y la casa del rector o rectora, lo hacen con todo gusto porque los tienen amedrentados con las evaluaciones. Además, la inmensa mayoría de maestros desconoce el fondo de las políticas educativas (generalmente trazadas internacionalmente) y la legislación docente, porque son pésimos lectores y se limitan a perder el tiempo viendo toda esa basura que se publica en Féisbuk.

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